Textos preparatorios
Tropiezos¹
Flory Kruger(EOL)
Cuando comenzamos a pensar el tema para el próximo ENAPOL la idea que surgió con más fuerza fue la de la violencia. Lo que intentamos siempre en referencia a los temas del ENAPOL, siendo que se trata de encuentros orientados hacia el exterior de las Escuelas, o sea hacia la extensión, es encontrar temas que interesen e interroguen el momento actual.
Por lo tanto, el tema de la violencia nos pareció adecuado, ya que sus manifestaciones en nuestros días, son múltiples y diversas. Había pues que encontrarle una particularidad desde el psicoanálisis que le diera un marco más acotado y fue así como llegamos a considerar el título que finalmente se aprobó:
Indignai-vos, porém…
Henri Kaufmanner(EBP)
Ligo a televisão e logo me deparo com o noticiário da tarde. Percebo um tom mais pesado na fala dos apresentadores, bem como uma forte indignação em todos que são convocados a se manifestar nas entrevistas externas. Afinal, mais dois adolescentes haviam sido assassinados no fim de semana, nos primeiros dias de março. Em cada nova chamada, o clima de indignação se mantém. Familiares, membros da comunidade, líderes políticos e responsáveis pela segurança são convocados a se explicar. Alguns acusam, outros se justificam, porém, é inegável que todos compartilham a mesma indignação e preocupação. Os registros de assassinatos têm subido vertiginosamente, e só no ano de 2018 chegaram ao número de 285 mortes por esfaqueamentos no Reino Unido, naquilo que nomeiam como Knife Crimes.
Convém lembrar que armas de fogo são proibidas nos países que o compõem, e por ser uma ilha, há um eficiente controle sobre a entrada dessas armas.
Anatomía del odioamoramiento
Gerardo Arenas(EOL)
Un 20 de marzo, igual que hoy, Lacan presenta ante la audiencia de su seminario un neologismo acuñado por él, hainamoration (odioamoramiento), con el fin de remplazar el bastardo término ambivalencia, de alcance apenas mayor que el de esa perogrullada consistente en decir que no hay amor sin odio. Además, y sobre todo, lo introduce para poner el odio en su lugar, según dice.
Han pasado 46 años desde entonces, y es lamentable constatar que este neologismo lacaniano, a pesar de haber sido repetido hasta el hartazgo, casi no fue interrogado ni, menos aún, cuestionado. Para peor, se ha vuelto costumbre reducir el odioamoramiento al registro imaginario, asimilándolo a una suerte de consecuencia natural de la relación especular, y a lo sumo se añadió a esto la sofisticada falacia (o la falaz sofisticación) de situar amor y odio en la cara única de una banda de Moebius, como si con eso se hiciera algo de más valor que repetir la perogrullada antes referida.
O que a psicose nos ensina sobre a indignação¹
Suzana Faleiro Barroso(EBP)
A indignação é o afeto que acomete os seres falantes quando são destituídos de sua dignidade por diversos motivos, sejam esses de caráter social, político, ético ou clínico. Assistimos em 2011, a manifestação dos “indignados” em diversas cidades da Europa, isto é, uma reação em escala global contra a política econômica daquele momento. No Brasil, no ano de 1993, a banda Skank lançava a música intitulada “Indignação” – “indignação indigna, indigna nação…”. Em 2019 não temos mais a “massa indignada” da qual falava a música. Na história do fundador da psicanálise, a indignação também marcou presença. Um dos episódios memoráveis da biografia de Freud no tempo do nazifascismo foi sua indignação diante da cena de humilhação do pai judeu nas ruas de Viena.
Tomada na série do ódio e da cólera é nova a inserção da indignação no campo dos afetos lacanianos. Embora Lacan não a tenha mencionado junto aos demais afetos que discute em Televisão (1973), – angústia, tédio, morosidade, etc. – ela implica, como esses outros, uma articulação entre significante e corpo, significante e objeto. Trabalhamos, portanto, com a teoria lacaniana dos afetos, que não é uma teoria das emoções, mas sim da corporificação do significante. A corporificação é “a introdução de um significante na dimensão do corpo — sua incorporação, o que implica a perda da capacidade de significar em proveito de um efeito de gozo” (LECOEUR, 2010, p.28). Segundo Lacan “o afeto vem a um corpo cuja propriedade seria habitar a linguagem, […] por não encontrar alojamento, pelo menos não a seu gosto” (LACAN, 1973/2003, p.526). Isso quer dizer que o afeto se desloca, que está desalojado no corpo, sem lugar próprio, que está à deriva, embora não esteja desconectado do significante. O afeto demonstra a impossibilidade de harmonia junto ao ser falante, testemunha sua inadequação ao mundo da linguagem, visto que do encontro sempre traumático das palavras com os corpos decorrem os desarranjos, as afecções e as perturbações das funções do corpo vivo marcado, portanto, por um modo de gozo.
Conseguir la victoria en la derrota
Viviana Berger – NEL-CdMx
El argumento de nuestro ENAPOL 2019 lanza una pregunta que me provocó, dice: “El odio al goce del Otro es lo que Lacan refiere al kakón. ¿Es entonces el odio un modo de constituir al Otro, aunque más no sea mediante su exclusión?”¹. El planteo hace pensar en la relación entre el odio y el Otro, un Otro al que se apelaría para constituirlo, completo y consistente; el otro polo, el amor, cuando no funciona en la perspectiva del odioamoramiento, implica coordenadas diferentes: más bien soportar, justamente, la inconsistencia del Otro -sería la versión del amor en los términos de un más allá de los límites del Otro.
Para el psicoanálisis la relación del sujeto con el Otro es insoslayable, no hay posibilidad que exista un sujeto si no es en relación con el Otro (por eso la pregunta respecto de qué Otro tiene tal sujeto deviene fundamental a la hora de escucharlo). Evidentemente, el Otro del siglo XXI no es el mismo que el del siglo pasado, por lo cual los sujetos tampoco lo son. Los Ideales han caído, ya no se trata de la protesta contra el Amo ante el cual rebelarse, desafiarlo, liberarse; hoy día comandan la ciencia, la tecnología y la globalización que inciden sobre el sujeto constituyendo una nueva lógica de funcionamiento para el goce.
En torno a la cólera I
Gustavo Zapata
Freud se ocupa de la cólera por primera vez en el caso de Emmy von N. destacando su condición de “efecto penoso” de ciertos sucesos traumáticos, que aparecían dislocados del montante de excitación que le estaba asociado y se convertían así en elementos patógenos entre los que había que buscar las causas de los síntomas somáticos y psíquicos de las neurosis. Este caso en particular parece marcar un punto de inflexión para Freud en su praxis por muchas razones, entre otras porque le permite constatar que el trabajo de reconexión de la huella mnémica con el afecto reprimido resultaba más eficaz que la orden post-hipnótica que “borraba” el recuerdo patógeno, tal como lo demuestra en su trabajo con Catalina, y como lo consigna en un trabajo contemporáneo a sus Estudios sobre la histeria¹, Obsesiones y fobias. Y es interesante que en el Proyecto de una psicología para neurólogos, contemporáneo también con estos dos textos, Freud consigna la hipótesis metapsicológica de la degradación del efecto patógeno del recuerdo por la actividad intensificada de la descarga del afecto concomitante². En la observación número 4 de Obsesiones y fobias, Freud muestra claramente cómo opera ésto en el tratamiento de una joven que hacía objeto de su odio infinito a las criadas de su casa porque ensuciaban su idea del amor:
La joven había sido testigo involuntario de una escena amorosa de su madre. Al sorprenderla se cubrió el rostro y se tapó los oídos, haciendo luego todo lo posible por olvidar la escena, que la repugnaba, y cuyo recuerdo la hubiera obligado a separarse de su madre, a la que amaba tiernamente. Consiguió, en efecto, el deseado olvido; pero la cólera que despertó en ella ver ensuciada su idea del amor persistió en su ánimo, asociándose a ella poco después le idea de una persona que pudiese reemplazar a su madre³.
Indignación bajo transferencia
Mariana Isasi
“La indignación como intento de operar simbólicamente sobre el goce, ¿una nueva manera de hacer lazo?”. Tal línea temática, propuesta en un boletín OCI, resume la lectura de tres detalles de un caso.
1. Un joven se declara indignado porque su novia está con amigos o familia sin invitarlo. Entiende por qué ella procede así, pero, aunque no es nada grave, le basta para cortar por un tiempo la relación.
El arca de no él
Belén Zubillaga
Desde el 2003 – ocasión en que se realizó el primer Encuentro Americano del Campo Freudiano – se estableció una serie que fue desde los usos del psicoanálisis, pasando por los resultados terapéuticos (y la transferencia), la variedad de la práctica, la clínica analítica, y la locura de cada uno, hasta hablar con el cuerpo, la irrupción de las imágenes, los asuntos de familia y, ahora, el odio, la cólera y la indignación. En esta serie notamos cierto desplazamiento desde los temas puramente psicoanalíticos hacia la elección de temas con impacto social. Los primeros son retomados por los Congresos de la AMP. Ese desplazamiento no debe sugestionarnos, ni volvernos más sociólogos que analistas.
Puedo asignar, a cada significante del título, un asunto de actualidad. El odio remite a la elección presidencial en Brasil; la indignación, al éxodo del pueblo venezolano; la cólera, a los chalecos amarillos en París. Por hambre o por odio las nuevas formas de segregación irrumpen y nos obligan a calcular cómo y cuándo incidir en ello, absteniéndonos de cualquier identificación a un colectivo. Hay que elegir a qué discurso servir¹, el analítico u otro, ya que no se puede servir a más de uno.
El padre y el odio
Peter Molineaux
Asociado NEL-Santiago
Según señala Eric Laurent en una de las entrevistas realizadas por los organizadores del IX ENAPOL[1], para Freud la cuestión del padre y el odio tiene un punto de interés en Psicología de las masas y análisis del yo: el conductor de la masa no encarna al padre del Edipo sino al padre de la horda, aquel que ostenta la facultad de gozar de todas las mujeres, aquel que goza sin límites.
En ese texto de 1921, Freud da el ejemplo paradigmático de la religión Católica: “Cristo formula expresamente este amor igual para todos: «De cierto os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a Mí lo hicisteis». Respecto de cada individuo de la masa creyente, Él se sitúa como un bondadoso hermano mayor; es para ellos un sustituto del padre.”[2]
Praga do pai, indignação do filho
Sérgio Laia
Não me considero um especialista em Philip Roth. Sou dele um leitor, e nem lhe li (ainda?) todos os livros. Além de sua escrita precisa, irônica e, mesmo quando mordaz, elegante, interessou-me de início sobretudo o modo como ele me pareceu saber dar corpo à sexualidade masculina, seus impasses, desvarios e soluções, inclusive quando, em vários de seus livros, ela é confrontada à velhice. No entanto, quando em minha adolescência, eu ainda morava em uma cidade do interior de Minas Gerais onde livros novos só me chegavam quando passei a ser membro de um serviço de entrega postal chamado, à época, Círculo do Livro, encomendei, por volta 1978, O complexo de Portnoy, no qual são abordados, de fato, as memórias e os relatos que um jovem advogado nova-iorquino dirigia a um psicanalista. Embora bastante surpreendido por esse romance, não foi ele que fez de mim um leitor de Roth. Isso aconteceu bem mais tarde, em 2006, quando meu propósito de exercitar minha relação com a língua inglesa, me levou a ler Everyman (Roth, 2006), traduzido no Brasil como Homem comum 1. A partir daí, passei tanto a seguir os lançamentos que esse escritor norte-americano fez até seu último romance Nemesis (2010), quanto a ler vários outros livros seus.